viernes, 26 de febrero de 2016

Palabras de despedida a Residentes 2013-2016

El camino que sigue un estudiante de Medicina hasta formarse como médico inicialmente, y posteriormente como especialista es largo. Toma muchos años el adquirir los conocimientos y las habilidades necesarias para llegar a ser médico especialista. Se tiene que estudiar mucho, leer todos los días, trabajar mucho, dormir poco. Se requiere construir una estructura sólida que se va desarrollando en la escuela de medicina y durante el entrenamiento de posgrado.

Hoy, una generación llega al fin de este largo y sinuoso camino y comienza otro, con diferentes responsabilidades, con muchas expectativas, y nuevos aprendizajes. Ahora que termina su entrenamiento una nueva generación de residentes, es un buen momento para preguntarnos si estamos logrando inculcar a nuestros internos y residentes las conductas profesionales que se necesitan para ejercer la Medicina.

La residencia médica no está conformada únicamente por planes de estudio, programas operativos, sesiones clínicas, sesiones bibliográficas, clases.  La enseñanza de la Medicina no se trata solamente de  transmitir conocimientos. El estudiante de Medicina, el interno de pregrado, el médico residente debe aprender a lo largo de los años lo que significa ser médico. Aprende un lenguaje diferente, pero también debe aprender una conducta que nos diferencia de otros profesionales. Y esto es fundamental. Es la base de todo el aprendizaje. Las normas de conducta, las reglas que rigen la acción del médico. Muchas  son reglas no escritas y el estudiante, el residente, las descubre en el trabajo cotidiano y,  en ocasiones las descubre al cometer errores. El aprendizaje comienza cuando se entiende la responsabilidad que implica usar una bata blanca y las expectativas que ello genera en los pacientes. Se aprende que lo primero es no dañar, que no se abandona a los pacientes, que nuestra primera obligación es con los pacientes, que los horarios no existen, que se debe hablar con la verdad a los pacientes, que la información que obtiene es confidencial, que se debe respetar la autonomía del paciente. Que trabajamos con seres humanos, seres humanos necesitados y que merecen todo nuestro respeto. Como lo merecen nuestros compañeros, nuestras enfermeras, todos los trabajadores y nuestros superiores. Pocas veces se tocan temas de bioética en las aulas pero la conducta del médico se aprende en el día a día.

 Esto que todos aprendemos, rara vez se imparte en las aulas o en las sesiones. Este es el aprendizaje informal que se obtiene a través de la experiencia diaria. El aprendizaje informal es tan importante como el formal.  Se aprende en el pase de visita, en las guardias a las 3 de la mañana, se aprende  de los médicos adscritos y de los residentes de mayor jerarquía. Es un currículum oculto que lo aprendimos de modelos, de ejemplos que existen en todos los hospitales. Todos, como estudiantes, como internos, como residentes y aún como adscritos, encontramos  médicos que nos sirvieron de ejemplo,  de modelo a seguir; médicos  que nos enseñaron, sin discursos ni sermones, el profesionalismo y la ética que implican ser médico. Nos lo enseñaron con su conducta, con su actitud, con su trabajo diario. Sin estos modelos, el aprendizaje en la Medicina queda trunco.

 El aprendizaje y la enseñanza se complementan con la reflexión durante la acción. El aprendizaje es insuficiente si sólo observamos al médico adscrito, al profesor, pasar visita y prescribir el tratamiento correcto; si sólo observamos la gran habilidad del cirujano al operar. No es suficiente si no se acompaña de la discusión con los residentes, sin el análisis, sin el cuestionamiento y sin el planteamiento de interrogantes ante la enfermedad. La falta de discusión son oportunidades pérdidas de aprendizaje.

     Finalmente, el estudio, los mejores ejemplos a seguir y la reflexión no garantizan el desarrollo profesional de los residentes sin la evaluación. Los médicos adscritos, los profesores deben evaluar a sus residentes para determinar si realmente aprendieron  y para motivarlos a que aprendan lo que es importante. Del mismo modo, los residentes deben evaluar a sus profesores. La evaluación de los conocimientos,  de las habilidades y de la conducta es una arma poderosa que retroalimenta al residente para favorecer su superación constante. La evaluación es el último eslabón de la cadena que nos permite  formar especialistas técnicamente competentes.

 Yo confío, que el Hospital Regional de Río Blanco les haya brindado un ambiente favorable para la obtención de conocimientos y habilidades; que les haya proporcionado ejemplos y modelos a seguir que les permitan tener una conducta profesional ética ya  que ser especialista no es solamente un compromiso profesional, sino también un compromiso moral; que las experiencias de aprendizaje a las que se enfrentaron cotidianamente en las salas, en los quirófanos, en las aulas y en los pasillos del hospital les hayan proporcionado los conocimientos y habilidades necesarios para ser especialistas altamente competentes; que la reflexión diaria en compañía de sus profesores y compañeros haya desarrollado en ustedes el espíritu crítico y la curiosidad científica que los lleve por el camino de la superación profesional día a día. Y que los hayamos evaluado con justicia para que puedan estar orgullosos de ser especialistas egresados del Hospital Regional de Río Blanco y sean, finalmente, útiles a la sociedad.


Muchas felicidades.